EL ABOGADO

La palabra Abogado proviene del latín “advocatus”. Significa ayudar a los demás. Es la profesión más bonita que se puede ejercer.
Sólo se puede llevar a cabo, si nace del corazón y se desarrolla a través del pensamiento.
Es cierto que supone un alto sacrificio. Sobre todo cuando encuentras la incomprensión de los demás, a pesar de esa lucha diaria que se emprende, para salir airoso de la batalla que supone enfrentarte en la soledad del despacho; a quienes la justicia la contemplan con una venda que impide que se haga lo justo.
Pero cuando consigues triunfar contra todos y contra todo un sistema, en el que el pragmatismo se impone a la sensibilidad que se defiende, ese día no existe compensación que supere, la satisfacción interna de conseguir que se haya hecho justicia.
A estas alturas de mi vida, las únicas lecciones que puedo impartir a los abogados jóvenes que se desarrollan en el despacho, es que siempre procuren ponerse en el lugar de aquellos que ponen en tus manos sus problemas. Defiendes sus casos como si afectasen a tu familia.
No veas un simple expediente…Sino las personas que se encuentran afectadas en él y que en cada documento que examines ves su imagen.
Me consta que esto supone un gran desgaste emocional, pero es la única fórmula para que exista una simbiosis del corazón y cerebro.
Eso conducirá al éxito y sino es así a la paz interior, de que luchaste hasta la extenuación defendiendo a los tuyos.
Los llamados clientes dejan de serlo y forman parte de tu familia.
Pongo como ejemplo, la lucha sin limites que se lleva para que en Canarias se haga justicia en la aplicación de la llamada Ley de Costas.
Más recientemente por los perjudicados por los efectos devastadores del Volcán de La Palma. No hay día que no piense en ellos..No hay día que no luche por ellos..No hay día que no sufra por ellos. Y no hay día que no piense que se conseguirá que impartiendo justicia se haga lo justo.
Santa Cruz de Tenerife, a 4 de Febrero de 2.023.