CUANDO SE DEJA DE APRENDER SE ACABA LA VIDA
Ayer con motivo de la celebración del cumpleaños de una de las personas más queridas del despacho, me hice la siguiente reflexión.
Estaba rodeado de seis mujeres, abogadas y aspirantes a serlo. Todas jóvenes muy jóvenes.
Pensé desde la atalaya de esa edad inexorable que tengo. Cada día que pasó con ellas aprendo algo nuevo.
Sobre todo me insuflan el deseo de vivir de ser útil, aprender y contagiarme de la ilusión y pasión que ponen en su quehacer diario.
Cada una en su estilo, son diferentes, pero entre ellas se complementan.
Sheila, indómita y leal.María, pasional.
María, pasional.
Ana, sensible.
Paula, pragmática.
Souhaila, su sonrisa.
Gabriela, interrogante y admirable.
Conchi, la matriarca.
Todas ellas coinciden en poseer una belleza interior que traspasa cualquier cualificación.
No existe sensor que mida el alma y dignifican la figura de la mujer que como es conocido para mí, es el epicentro de la vida.
Recordar que formáis parte del último trayecto del camino que emprendí y del que confío me quede aún un largo recorrido.
Gracias a todas por hacerme sentir vivo.
Santa Cruz de Tenerife, 29 Octubre 2022.