PURIFICACIÓN
Es la mujer con quién comparto la vida, hace más de medio siglo.
Cuando escribo estas líneas, está hospitalizada y pendiente de una intervención quirúrgica. Se llevará a cabo el próximo lunes.
Consecuencia de un accidente que acaeció el pasado miércoles.
Iba con ella caminando, tropezó y delante de mis ojos cayó a plomo y se fracturó la cadera.
Ingresada en el hospital y programada su operación, en las pruebas dió positivo en Covid.
La trasladaron a la Unidad Covid, donde no me permiten verla.
Los dolores que tiene son terroríficos. Pero aguanta con un estoicismo admirable.
Cómo es ella ! Grandiosa!
Estos días, hasta el de la operación, están pasando con una lentitud desesperante.
Cómo dije en una reflexión anterior me duele el alma.
Miro a mi alrededor y parece que me he despertado de un mal sueño.
Tengo cierta sensación de culpabilidad por no poder evitar su caída.
Su imagen en el suelo, martillea mi mente y no puedo quitarla de encima.
A todos los que la rodeaban les daba las gracias.. Abriendo sus ojos de un azul infinito, sin prácticamente quejarse.
Estos días voy al despacho para evadirme y no lo consigo.
En casa, cómo dije en cada rincón veo su imagen.
No puedo conciliar el sueño.
Aunque ese sueño quisiese que durase hasta verla nuevamente recuperada.
Como también he dicho acudo una vez y otra vez a Dios.
Entro en la iglesia y el silencio que impregna me transmite aunque sea por unos minutos paz interior.
En el fondo necesito ayuda de todos aquellos con quienes convivo, familia y compañer@s.
Toda la fortaleza que aparento se ha ido por el sumidero.
Sin ella, tengo la fragilidad de un niño recién nacido.
No tengo rumbo ya qué es mi brújula. La que me guía en el trayecto que siempre hemos compartido.
Cuando todo se supere, prometo ser mejor en todos los órdenes.
Y mi vida la dedicaré con el mayor de los celos a ella.
Para ello también os pido ayuda y comprensión.
Disculpad estas líneas íntimas que quiero compartir con vosotros.
20 de Mayo de 2022