ME SIENTO UN ADOLESCENTE

Agosto 2021. Mes de vacaciones.
Propicio para hacer un analisis introspectivo de tu vida.
Lo he hecho desde la atalaya de mis 81 años.
Son muchos, aunque hayan pasado fugazmente. Soy consciente de que estoy escribiendo en el epílogo de una trayectoria instalada en el carrusel de la vida.
No obstante, se ha producido un pequeño milagro.
Las sensaciones que tengo, son impropias de mi edad, sino de un adolescente impregnadas de cierta madurez.
En el examen del tobogán del pasado, he realizado una selección natural, donde destacan las efemérides más positivas.
Mi familia. La imagen imborrable de una madre que se fue antes de tiempo uniéndose a las estrellas. La compañera que apareció de forma mágica en mi vida y a quien nunca podré devolverle, todos los sacrificios y amor que me ha dado.
Mis hijos, tan distintos, pero frutos del amor. Mis nietos. Mis bisnietos.
Y el despacho…
Y preguntaréis y yo también me pregunto…Como es posible que a esa edad aún trabaje?
El trabajo es el elixir de la vida.
Es el que produce una metamorfosis que me retrotrae a la adolescencia.
Sensaciones como la ilusión, el compañerismo, el enfado, la alegría, la solidaridad, vuelven a surgir y hacen que cada día se convierta en un halo de esperanza.
Esa ilusión y esperanza a la que contribuyen las personas que me acompañan día a día desde su exultante juventud; encabezadas por una palmera de cuyo nombre en contra de lo que dijo Cervantes si quiero acordarme.
Por cierto, esa lucha encarnizada que tiene el despacho para que núcleos como Punta Larga y el Faro sumergidos en la historia de La Palma, no desaparezcan contribuyen a que emerja en mi toda la energía para que se haga justicia.
Mientras conserve la ilusión del adolescente seguiré viviendo.